Descripción
Guerra anglo-española 1779-1783
España durante la Revolución de las Trece Colonias comenzó a participar secretamente en el conflicto a partir de 1775 con la ayuda facilitada por el gobernador Luis de Unzaga y Amézaga quien continuó durante 1776. El recién nombrado secretario de Estado de Carlos III, el conde de Floridablanca, escribió en marzo de 1777: «el destino de los intereses de las colonias nos importa mucho, y vamos a hacer por ellos todo lo que las circunstancias lo permitan».
La guerra dio un fuerte impulso a la moral nacional española, que había sido socavada tras las importantes pérdidas causadas por los británicos durante la guerra anterior. A pesar de que la meta más codiciada de España, Gibraltar, se mantuvo fuera de su alcance, España fue más que compensada con la recuperación de Menorca y al recuperar su lugar como un jugador importante en el Caribe, todo lo cual se consideraba de vital importancia para continuar en el siglo xix como una gran potencia.
España, como puede verse, recibió resultados tangibles de la guerra, especialmente en contraste con su aliado Francia. Los franceses habían invertido enormes cantidades de mano de obra y de recursos financieros para obtener una pequeña ganancia clara. Francia se quedó con deudas agobiantes que lucharon para pagar, y que se convirtieron en una de las principales causas de la Revolución francesa que estalló en 1789. España, en comparación, eliminó sus deudas con mayor facilidad, en parte debido a los incrementos impresionantes en la producción de plata de las minas en México y Potosí. En la mitad del siglo xviii la producción en México se incrementó en aproximadamente un 600 % y un 250 % en el Perú y Charcas (actual Bolivia).